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9 Oct 2017
educacion enseñanza universitaria universidad

TRES PREGUNTAS. TRES RESPUESTAS. – Los profesores de la USI responden.

Entrevista a Ramiro Mendoza

Profesor de Sociología de la Educación en la Carrera de Ciencias de la Educación en la Universidad de San Isidro.

 

LA ENSEÑANZA UNIVERSITARIA       

  1. Tiempo atrás, resurgió el debate sobre si la Argentina es un país que forma “demasiados abogados y contadores” y “pocos ingenieros”. ¿Está usted de acuerdo con esa perspectiva?

En primer lugar la afirmación parece indicar que habría una «superioridad» del rol del ingeniero por sobre el abogado y, por ende, la ingeniería sería más necesaria: las ciencias «duras» tienen primacía por sobre las «blandas».  Esta dicotomía podría explicarse ya desde la base de Occidente: el pensamiento griego clásico y la dualidad de Platón (ideal-real), donde hay tensiones entre 2 esferas (donde una supera a la otra obviamente). La tensión entre diversos saberes científicos ha llevado a que cada disciplina trabaje ensimismada y en escasa o nula colaboración con otras. Falta tanto para un trabajo interdisciplinario aún, y eso, lamentablemente, lo reproduce la academia. Para afirmar así, que habría excesos o carencias de determinados profesionales, sería necesario hacer un análisis profundo, y que fuera sólo económico-mercantil.  Personalmente, considero que necesitamos más filósofos en nuestras aulas de educación secundaria y superior: la Filosofía es puerta al saber científico, sean las ciencias sociales o las naturales. Un saber serio y fundado siempre tendrá como base a la Filosofía, y de ésta creo que estamos todos carentes.

  1. ¿Qué herramientas podrían utilizarse para hacer más atractiva la enseñanza universitaria?

La educación universitaria requiere, en primer lugar, una mejora estructural, en donde el factor económico es clave: funcionarios y profesores con condiciones laborales dignas y donde el trabajo académico sea estable (y no una mercancía del capitalismo salvaje, como ha señalado tantas veces el Papa Francisco); ése es quizá el fundamento de una universidad que busca la excelencia y el impacto positivo en la sociedad. Sin capital humano motivado y dignificado (es decir con remuneración justa, ni más ni menos) ninguna institución puede ser atractiva. Así, con equipos comprometidos, arraigados y unidos en la diversidad (pues la heterogeneidad es alma de todo proyecto universitario) puede darse una natural posibilidad de atracción a los jóvenes estudiantes. También la enseñanza debe dar respuestas a las necesidades laborales del contexto actual, pues muchas veces se trata de responder a éstas con métodos y estrategias quizá exitosas en un pasado, pero hoy no adecuadas. En esto deberían convivir docentes e investigadores que unan lo positivo del pasado y lo ventajoso de lo actual. Sin caer en la nostalgia ni el arrasar todo lo ya construido. El atractivo también de la universidad lo construye un Estado presente, transparente y fuerte. Miremos los modelos de Escandinavia. La acción estatal (lejos de todo exceso centralizado opresor) es clave para la educación y ésta es clave para un desarrollo pleno (no sólo para un crecimiento económico desmedido que perpetúa la inequidad). Y más para nuestra América tan necesitada de técnicos y profesionales que trabajen por el bien común.

  1. El sistema universitario argentino presenta altos niveles de deserción. En su mirada, ¿qué mecanismos podrían aplicarse para evitar esta realidad?

En primer lugar, hay que dar un lugar a los perfiles técnicos en el mercado laboral. Quizá muchos pueden realizarse y tener un trabajo digno y satisfactorio, no con la formación universitaria, sino técnica. Y este es un desafío: revalorarizar a los técnicos.  Y en relación a la deserción universitaria, es fundamental considerar las causales complejas que la envuelven: una educación secundaria deficitaria (más  en contextos vulnerables), un mercado laboral inestable y políticas estatales débiles. Por lo tanto, respuestas complejas a problemáticas complejas. Y éstas requieren tiempo y mucha reflexión.

 

 

 

 

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