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6 Abr 2017
educacion tecnología

ARTÍCULO DE OPINIÓN – Es complicado avanzar hacia el futuro mirando el espejo retrovisor, por Guillermo Federico Martínez

Es complicado avanzar hacia el futuro mirando el espejo retrovisor

Por Guillermo Federico Martínez

El autor es experto en el campo de la educación y las nuevas tecnologías y se desempeña como Profesor en las carreras de Ciencias de la Educación y Comunicación Social en la Universidad de San Isidro “Dr. Plácido Marín”.

 

“Frecuentemente, hablamos que vivimos una época de cambios…
sin embargo, lo que vivimos es un cambio de época”.
Papa Francisco

 

En las últimas semanas, una vez más, la educación ha ocupado las primeras planas de las noticias. Y no lo ha sido por los logros de nuestros alumnos y docentes ni por la movilización de los padres por una mejor educación, sino por la recurrencia del conflicto que se plantea alrededor de las “discusiones paritarias docentes”.

La búsqueda de las soluciones de los conflictos es un ejercicio que requiere el ejercicio del diálogo y la negociación, la que también supone una gradualidad en los acuerdos parciales en función de lograr consensos. Esta actitud también genera aprendizajes.

Pero, más allá del conflicto, de sus actores y de las formas en que se plantea la búsqueda de las soluciones, lo que es innegable es que el modelo de la Educación (pública y privada) se encuentra en crisis. Y esto no es novedoso. Hay indicadores de diversa índole que vienen, desde hace años, poniendo en evidencia esta crisis.

Lo que el conflicto ha logrado es que también se transparenten algunos aspectos de la crisis:

  • Los resultados de las evaluaciones de los alumnos,
  • Significativos índices de repitencia y abandono escolar de los alumnos.
  • La estructura de un sistema que casi no ha tenido cambios significativos en las últimas décadas.
  • Las resistencias a los cambios por parte de muchos de los actores (inclusive de los alumnos).
  • La falsa percepción que dice que “sólo en la escuela se produce el aprendizaje”.
  • Los cuestionamientos a la “autoridad” de los docentes en contraposición al reclamo docente de que no se “respeta su autoridad”.

 

Y la lista podría continuar. Sin restarle importancia a los indicadores, considero que la respuesta a estos y muchos otros problemas, la podemos buscar desde el “divorcio cultural” entre el modelo actual de la educación frente a las exigencias de la cultura que vivimos fuera de las aulas. La dificultad de comprender la magnitud de este “divorcio” es expresada como la de “mirar el futuro desde el espejo retrovisor”. ¡No todo tiempo pasado fue mejor, como tampoco todo lo nuevo es bueno!

La escuela no puede seguir siendo lo que era. Pues el aprendizaje tampoco. Y es lógico que así sea, porque la sociedad y el mundo del trabajo también son diferentes a los de hace -tan solo – pocas décadas. Las necesidades de la sociedad y el trabajo cambian, pero ¿lo hacen la escuela y el resto de las instituciones educativas en el camino de conservar su funcionalidad? ¿Son su capacidad de adaptación e, idealmente, de anticipación, lo que se espera y requiera? A la vista está la respuesta, aunque cada uno tendrá su propia percepción.

Cualquier lector interesado en observar los cambios sociales, en particular en lo que afectan a la educación, debería hojear -al menos- los informes Horizon Report, tanto para la enseñanza universitaria como no universitaria acerca de las tendencias de los últimos años o las publicaciones del Observatorio de Educación del Instituto Tecnológico de Monterrey, o la mirada lúcida de Cristóbal Cobo sobre la incorporación de la tecnología en los procesos educativos.

El Papa Francisco, en su primer viaje fuera de Roma, al comienzo de su Pontificado, expresó la fuerza de este cambio paradigmático en su discurso a los Obispos de Brasil: “Frecuentemente, hablamos que vivimos una época de cambios… sin embargo, lo que vivimos es un cambio de época”, y esto también es válido para la actualización de los procesos educativos.

Esto significa que no hay otra solución que abordar un enfoque de la educación, una transformación de la misma, que devuelva al estudiante, al alumno, el protagonismo que por la naturaleza de las cosas le corresponde. Una educación centrada en el aprendizaje y no en la enseñanza, es una educación que transforma radicalmente los roles estáticos del profesor y del alumno. Juan Carlos Tedesco propone reemplazar esta mirada por la de los roles más flexibles de “novicio” y “experto”.

 

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