Para inversores: creciente sensibilidad en la transición hacia el ¨10-D¨
Por Gustavo Ber, para Ámbito.
Tras los comicios del “27-O”, las primeras jornadas de la transición vienen mostrando una marcada sensibilidad de los inversores a las señales políticas y económicas, a la espera de detalles sobre el plan definido para el post “10-D”.
Más allá que el diálogo entre las principales fuerzas fue recibido positivamente, especialmente tras un resultado que deja como saldo un mayor equilibrio parlamentario, esta etapa se viene caracterizando por una elevada volatilidad en el mercado financiero al ritmo de las sucesivas medidas económicas que se anuncian.
Entre ellas en los últimos días se destacaron la fuerte profundización de las restricciones cambiarias, el descongelamiento de precios y una política monetaria más expansiva que tendría asociada una mayor emisión y menor tasa en la Leliq.
Dicha última decisión apunta no sólo a obtener recursos – ante la falta de acceso a los mercados – a fin de poder financiar las necesidades fiscales y financieras en lo que resta del año, sino también a acelerar el proceso de reducción de tasas. Se reconoce que esta estrategia en el actual contexto no está exenta de riesgos como acelerar la inflación y/o ampliar las brechas cambiarias, que actúan como “termómetro”, especialmente cuando la demanda por pesos sigue alicaída.
Por otro lado, más allá de que el “super cepo” frenó de golpe el atesoramiento de los individuos, el drenaje de reservas sigue su curso dado que los depósitos en dólares continúan en descenso a lo cual se suma la necesidad de utilizar divisas para atender los compromisos de deuda a la espera de encarar una reestruturación.
Con el “reperfilamiento” con menores chances de implementación, crece la expectativa de que la renegociación de deuda podría resultar más dura en busca de dejar como saldo una dinámica sustentable. Aún así, hasta el momento no se han logrado avances que permitan transitar rápidamente dicho proceso, lo cual resulta urgente para evitar un “default” desordenado que sería más complejo de resolver.
Sin dicha reestructución cerrada, no sólo con los bonistas sino también con el FMI, el país podría continuar sin acceso al financiamiento en los mercados tanto domésticos como internacionales, tal como refleja un riesgo país por encima de los 2.000 pb. y títulos en dólares con paridades promedio del orden del 40%.
El objetivo de esta etapa de transición apuntaría a estabilizar las principales variables financieras a fin de evitar nuevos episodios de tensiones cambiarias que resultarían inoportunos en el actual escenario de vulnerabilidad y fragilidad económica.
A pesar de ello, los inversores ansiosamente esperan conocer detalles sobre el plan económico a implementase a partir del “10-D”, ya que resulta crucial para adoptar decisiones estratégicas, y así poder interrumpir el prolongado “wait and see” que ha potenciado el extenso período electoral de cuatro meses que abrieron las PASO.
Mientras tanto, los activos domésticos se encuentran en su dinámica diaria rehén de operadores orientados al “trading” que buscan rápidamente capturar cualquier señal, y es por ello que se viene transitando una etapa de creciente volatilidad, donde los flujos han desplazado a los análisis de los fundamentals y las valuaciones.
*Gustavo Ber es Profesor de la carrera de Administración de Negocios – Universidad de San Isidro «Dr. Plácido Marín».