Para inversores: a la espera de definiciones a partir del «28-O»
Por Gustavo Ber, para Ámbito.
Desde el regreso del control de cambios, en busca de frenar el acelerado y peligroso drenaje que registraban las reservas, los operadores han sumado a las “brechas cambiarias” entre las variables financieras que requieren un cotidiano monitoreo.
Ocurre que las restricciones cambiarias a la demanda, principalmente de aquellos agentes económicos más grandes, desde el comienzo llevaron a desempolvar viejas prácticas en aquellos inversores que buscan mecanismos para la dolarización.
Entre ellas se encuentran no sólo empresas, sino también inversores especialmente extranjeros – ya que el límite mensual sólo habilita a individuos – y así es que fueron ganando espacio las operatorias de “dólar MEP” y “dólar contado con liquidación”, como vehículos para arbitrar pesos contra dólares en la plaza doméstica y externa.
La sostenida demanda, aún tras los mayores controles implementados sobre el famoso “rulo” y los ruidos en la liquidación de rentas al exterior, hicieron saltar las “brechas cambiarias” hasta niveles cercanos al 30% a fines de la semana pasada.
Que en tan sólo dos semanas se haya alcanzado dicho nivel resulta preocupante ya que difícilmente en esta incierta etapa de transición política y económica aflojen los controles, así como tampoco la dolarización de carteras de los inversores.
Esto último se debe no sólo a que los agentes económicos locales siguen buscando cobertura en este escenario, sino a que además se sumarán a partir de los próximos días importantes desembolsos de títulos en pesos a inversores extranjeros.
Esta situación se combina con un FMI que parecería inclinado a demorar el próximo desembolso de u$s 5.400 millones al menos hasta las elecciones del “27-O”, toda vez que buscaría poder obtener un consenso entre las principales fuerzas políticas respecto a la hoja de ruta que se buscará seguir transitando hasta el “10-D”.
El mayor desbalance entre la proyectada oferta y demanda de divisas anticipa que podrían registrarse mayores presiones a raíz de las crecientes restricciones que registra la plaza cambiaria, así como la activa regulación del BCRA en el mayorista, donde la divisa viene presentándose absolutamente “planchada” recientemente.
Ante dicho escenario, no deberían descartarse mayores controles que potencien aún más la dinámica de las “brechas cambiarias”, al actuar actualmente como las únicas válvulas de escape que ofrece el modelo para la demanda, y así comience a reconocerse como el “dólar libre” a diferencia del oficial que continuaría regulado.
El riesgo de que se extienda esta situación, con correlato en eventuales mayores “brechas cambiarias” en el tiempo, está en que los agentes económicos comiencen a utilizar dicho “dólar libre” en la determinación de precios, lo cual agravaría la aceleración de la inflación que se registró tras las últimas tensiones cambiarias.
Este ambiente se complementa con una elevada volatilidad en las acciones y los bonos, fuertemente castigados más allá de rebotes técnicos ante circunstanciales tácticas de “trading”. Ello refleja operadores anticipando un complejo escenario económico, incluida una más agresiva reestructuración de deuda que no sólo implique extensión de plazos sino además eventual quita de capital y/o intereses.
Desde el regreso del control de cambios, en busca de frenar el acelerado y peligroso drenaje que registraban las reservas, los operadores han sumado a las “brechas cambiarias” entre las variables financieras que requieren un cotidiano monitoreo.
Ocurre que las restricciones cambiarias a la demanda, principalmente de aquellos agentes económicos más grandes, desde el comienzo llevaron a desempolvar viejas prácticas en aquellos inversores que buscan mecanismos para la dolarización.
Entre ellas se encuentran no sólo empresas, sino también inversores especialmente extranjeros – ya que el límite mensual sólo habilita a individuos – y así es que fueron ganando espacio las operatorias de “dólar MEP” y “dólar contado con liquidación”, como vehículos para arbitrar pesos contra dólares en la plaza doméstica y externa.
La sostenida demanda, aún tras los mayores controles implementados sobre el famoso “rulo” y los ruidos en la liquidación de rentas al exterior, hicieron saltar las “brechas cambiarias” hasta niveles cercanos al 30% a fines de la semana pasada.
Que en tan sólo dos semanas se haya alcanzado dicho nivel resulta preocupante ya que difícilmente en esta incierta etapa de transición política y económica aflojen los controles, así como tampoco la dolarización de carteras de los inversores.
Esto último se debe no sólo a que los agentes económicos locales siguen buscando cobertura en este escenario, sino a que además se sumarán a partir de los próximos días importantes desembolsos de títulos en pesos a inversores extranjeros.
Esta situación se combina con un FMI que parecería inclinado a demorar el próximo desembolso de u$s 5.400 millones al menos hasta las elecciones del “27-O”, toda vez que buscaría poder obtener un consenso entre las principales fuerzas políticas respecto a la hoja de ruta que se buscará seguir transitando hasta el “10-D”.
El mayor desbalance entre la proyectada oferta y demanda de divisas anticipa que podrían registrarse mayores presiones a raíz de las crecientes restricciones que registra la plaza cambiaria, así como la activa regulación del BCRA en el mayorista, donde la divisa viene presentándose absolutamente “planchada” recientemente.
Ante dicho escenario, no deberían descartarse mayores controles que potencien aún más la dinámica de las “brechas cambiarias”, al actuar actualmente como las únicas válvulas de escape que ofrece el modelo para la demanda, y así comience a reconocerse como el “dólar libre” a diferencia del oficial que continuaría regulado.
El riesgo de que se extienda esta situación, con correlato en eventuales mayores “brechas cambiarias” en el tiempo, está en que los agentes económicos comiencen a utilizar dicho “dólar libre” en la determinación de precios, lo cual agravaría la aceleración de la inflación que se registró tras las últimas tensiones cambiarias.
Este ambiente se complementa con una elevada volatilidad en las acciones y los bonos, fuertemente castigados más allá de rebotes técnicos ante circunstanciales tácticas de “trading”. Ello refleja operadores anticipando un complejo escenario económico, incluida una más agresiva reestructuración de deuda que no sólo implique extensión de plazos sino además eventual quita de capital y/o intereses.
*Gustavo Ber es Profesor de la carrera de Administración de Negocios – Universidad de San Isidro «Dr. Plácido Marín».
Foto: Pixabay