Javier Gustavo Río (1963-2025)
Caminante, buscador, rastreador, peregrino, viajero… fueron las palabras que más se escucharon en la despedida y celebración de la vida de Javier Gustavo Río (1963-2025), el primer día del mes de febrero. Estas palabras resultan acertadas y justas.
Javier canalizó inicialmente esas búsquedas formándose en múltiples ámbitos: teología, filosofía, historia, educación. Realizó todos los pasos y grados académicos, hasta doctorarse y desempeñarse como docente e investigador en distintas universidades. En cada disciplina mostró un sólido conocimiento de sus tradiciones y un manejo preciso de sus bibliotecas.
Pero desde el comienzo de su vida intelectual comprendió que el saber académico no se basta a sí mismo, y no cayó en la tentación de la distancia y neutralidad de la lógica de los (en)claustros.
Por eso, por un lado, reclamó la necesidad de poner en diálogo todos los saberes. De aquí el cultivo de un hábito de interpelar constantemente una disciplina desde otra, enfrentando autores, tradiciones, metodologías, marcos teóricos, hasta carreras y facultades. Académicamente esta inter-disciplina o in-disciplina encontró lugar para desplegarse en los campos del Pensamiento Pedagógico Latinoamericano y de la Filosofía de la educación, a los que aportó con conferencias, seminarios y publicaciones. Con este mismo espíritu colaboró en distintas iniciativas en nuestro “Instituto de Estudios Filosóficos, Teológicos y Sociales Juan Carlos Scannone”.
Por otro lado, sobre todo, insistió en la urgencia de fagocitar todo ese saber desde nosotros mismos, desde Latinoamérica o, mejor, desde la “América Profunda” que todo lo de-forma y trans-forma, como gustaba decir bajo la protección de Kusch. Pensar por nosotros mismo, y pensarnos a nosotros mismos. E inscribiéndose intencionalmente en lo mejor de la tradición del pensamiento nacional y latinoamericano, descubrió en lo popular y su sabiduría el verdadero sujeto, en toda la extensión del término, no entendido desde el yo-individuo, sino como el nosotros-comunidad. Saber popular del que se puso humildemente a la escucha y al que trató de responder desde su condición de educador y pensador comprometido.
En este camino eligió dos grandes maestros, de los que se convirtió en un referente: Paulo Freire y Rodolfo Kusch. Volcó toda su capacidad analítica y creativa para ponerlos en diálogo y actualizar su pensamiento a la escucha de los clamores del presente. Conversación a la que también invitaba, en clases y en sus escritos, a José Martí, Augusto Salazar Bondy, Enrique Dussel, Arturo Roig, Juan Carlos Scannone, entre otros, y especialmente a Carlos Cullen, de quien era colaborador cercano.
Su gran apuesta, vital y teórica, se concentró en el encuentro. Vital, en primer lugar, por su actitud y personalidad amable, predispuesta y servicial, que se materializó en su participación en números espacios colectivos de reflexión como REDAFE (Red Argentina de Filosofía de la Educación), ASOFIL (Asociación de Filosofía Latinoamericana y Ciencias Sociales), del equipo promotor de las “Jornadas Kusch”, entre otros.
Pero también convirtió al encuentro en su propuesta teórica. Su actividad docente y de investigación estuvo volcada a la reflexión y construcción del encuentro como categoría para responder a los desafíos ético-políticos de nuestro tiempo. Cultura del encuentro, Comunidad organizada como Comunidad del encuentro y, sobre todo, Pedagogía del encuentro, como tituló su último libro (Las Cuarenta, 2022). Encuentro no como el llamado ingenuo a un falso equilibrio o armonía, que desconoce las desigualdades y los conflictos. Por el contrario, sensible a los des-encuentros y la des-organización, apostaba a poder trascenderlos desde dentro. Encuentro cuyo núcleo fundante es la difícil tarea del aprender y reaprender cotidianos a estar-siendo-con-otros en el amor.
La muerte lo encontró en pleno despliegue de estos pensamientos, que se convierten ahora para nosotros en invitación a seguir pensando y trabajando para construir una sociedad más justa, que empieza de abajo y llega a todos y todas.
Luciano Maddonni, secretario académico del Instituto de Estudios Filosóficos, Teológicos y Sociales “Juan Carlos Scannone”, Universidad de San Isidro.