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19 May 2020

El cuidado de las emociones durante la pandemia

Por Laura Vainieri*

 

Y acá estamos, en medio de una peste que azota al mundo entero y nos hace reflexionar acerca de tantas cosas que quizás jamás habíamos pensado antes…

Consecuencias económicas, sanitarias, culturales, políticas…

Consecuencias de todo tipo, que van dejando huellas en la sociedad a medida que la cuarentena avanza y van abriendo camino a preocupaciones de diversa índole.

La salud está en peligro a causa de un virus que ha venido a visitarnos y no sabemos hasta cuando se quedará… somos responsables de cuidarnos y cuidar a los demás, siguiendo las normas y protocolos que durante todo este tiempo nos enseñaron, para cuidar nuestra salud. Escuchamos en la televisión que hace más de 40 días nos hablan acerca de las medidas de prevención, para cuidar la salud física, pero omitiendo algo tan importante como la salud mental. Olvidando por momentos que las personas, no somos sólo un cuerpo que se puede enfermar físicamente, si no que somos además una mente que funciona al mismo tiempo que ese cuerpo, y también sufre las consecuencias.

Nos piden que nos quedemos en casa, y al hacerlo nos damos cuenta que hay tantas cosas para hacer en estos días de encierro… entre ellas, una de las que considero más importantes, el cuidado de la salud mental. La salud mental de todas las personas que estamos atravesando este nuevo paradigma que vino a cambiarnos nuestras vidas de la noche a la mañana. La salud mental de los niños, de los adolescentes, y de los adultos también. Es algo tan delicado que requiere un cuidado muy especial, y no se le está dando la importancia adecuada.

Por eso es tan importante en momentos como este, cuidar no sólo la salud física, sino también cuidar nuestras emociones, como diría Goleman cuidar no sólo “la mente que piensa, sino también la mente que siente”. Es momento de ser emocionalmente inteligentes. 

Porque durante muchos años se creyó que ser inteligente dependía sólo de cuestiones cognitivas, y de los resultados que arrojaran las pruebas para medir el CI de las personas.

Hasta que varias teorías, pudieron dar cuenta que existe lo que conocemos como inteligencia emocional. Y este tipo de inteligencia, tiene que ver con las emociones: alegría, ira, miedo, tristeza, asco, sorpresa.

Las emociones son reacciones que todos los seres humanos experimentamos. Y en estas últimas semanas, ¡están más revolucionadas que nunca!  debido a todo lo que estamos viviendo. Y eso es lógico, esperable y natural. El secreto está en cómo manejar esta revolución emocional que está teniendo nuestro cuerpo y nuestra mente.

Las emociones motivan nuestras acciones y nos llevan a hacer o decir cosas según nuestro estado de ánimo. Por eso es tan importante poder conocerlas, y regularlas, para poder utilizarlas como vía del pensamiento y la acción.  De aquí la importancia de la inteligencia emocional.

La inteligencia emocional, está conformada por la inteligencia intrapersonal y la inteligencia interpersonal. Siguiendo a Goleman, es esa capacidad para reconocer nuestros sentimientos y los sentimientos de los demás, así como el conocimiento para manejarlos.

Y aquí se desprende algo muy importante que es la empatía. Cuantas veces habremos escuchado esta palabra sin saber siquiera lo que significa…

La empatía es la capacidad de percibir, de entender lo que otras personas sienten y piensan, y es la capacidad de actuar ante esas situaciones. Es el famoso “ponete en el lugar del otro”, pero hacelo de manera consiente y comprometida, porque si no, es en vano.

Creo que es momento de poder poner en práctica la empatía y comenzar a trabajar nuestra inteligencia emocional. Para que nadie sufra las consecuencias que puede generar este momento que estamos atravesando como sociedad.

Es momento de pensar en esos adultos mayores que están pasando solos la cuarentena, sin ningún vínculo o comunicación con otras personas, encerrados en sus casas sin poder salir hace más de 40 días a caminar y estirar las piernas…

Es momento de pensar en los adultos que a pesar de la adversidad tienen que seguir saliendo a la calle a trabajar, por tener a cargo tareas esenciales para la sociedad, o aquellos que están trabajando desde sus casas, haciendo malabares entre el home office y las tareas del colegio de los hijos, y todo el estrés que eso implica…

Es momento de pensar en los adolescentes que necesitan vincularse con su grupo de pertenencia, con sus amigos, y más allá de hacerlo a través de las redes sociales, hoy no pueden experimentarlo con su cuerpo, vivenciarlo, sentirlo, debido al impedimento de salir a la calle…

Es momento de pensar en los niños que están en una etapa crucial del desarrollo y para que éste sea óptimo necesitan momentos de esparcimiento, establecer vínculos con pares de su misma edad, interactuar, jugar, correr, saltar, ver el sol y respirar aire puro, y a causa del encierro no lo pueden hacer…

Es tiempo de cuidarnos y de cuidar a los demás, de cuidar nuestras emociones, de cuidar nuestra salud mental (aparte de cuidar la salud física).

Es tiempo de pensar que todo lo malo deja una enseñanza y que la vida está llena de momentos de aprendizaje.

Es tiempo de ser pacientes, solidarios, y pensar que este momento poco grato va a pasar y pronto volveremos a disfrutar de las cosas simples y hermosas de la vida como caminar junto al mar o contemplar el canto de un pájaro. Y para eso necesitamos ser emocionalmente inteligentes.

Aprendamos a manejar nuestras emociones y no dejemos que nada nos permita derrumbarnos ante tanta incertidumbre.

Llenemos nuestra mente de pensamientos positivos y de gente que nos haga sentir bien, para poder sobrellevar de la mejor manera este momento que tenemos que atravesar, aunque no nos guste demasiado.

Pensemos y actuemos menos con la cabeza, y más con el corazón, porque allí se encuentran la mayoría de las respuestas acertadas.

“Es con el corazón como vemos correctamente, lo esencial es invisible a los ojos” Antoine De Sant- Exupéry, El principito. 

*Licenciada en Ciencias de la Educación (UBA) y Profesora de la materia “Psicología de la niñez y la adolescencia” en la Universidad de San Isidro.

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